Peregrino ( Luis Cernuda Bidón)

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Mi metamorfosis .

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mariposas

Siento como se va acercando, sin ruido va dejando sus huellas en mí.
Va modificando mi cuerpo y mi organismo. Es una metamorfosis muy distinta al de la mariposa, esta se produce de forma gradual y progresiva deteriorando mi cuerpo y mi mente.
Y cuando el tiempo se convierte en un recurso escaso, las prioridades se transforman. Es por eso que quiero hacer todo lo que en mi juventud no pude por falta de tiempo.
Quiero vivir el día a día, porque cada momento es importante.
Estar con los hijos, la familia, y los amigos se ha convertido en una necesidad para mí.
Quiero conservar mi memoria para que cuando un día mire hacia atrás, tenga la certeza de que volvería a vivir la misma vida, si me dieran otra oportunidad.

País de luz.

BANC DE LLUM

Yo quisiera quedarme en ese mundo apretado
en las paredes celestes de la infancia,
arrebujada en un aire que se disuelve con el calor del verano,
porque, no sé porqué, en la infancia siempre es verano,
siempre hay un velerito de papel y palitos navegando
en un charco de ámbar, siempre hay un bollo plateado
de papel de chocolate en el fondo de un bolsillo.

Yo quisiera caminar por los senderos ciudadanos
por ángeles guardianes, segura y preocupada solamente
por el horario de la sopa de las muñecas,
inventando nombres para llamar a las luciérnagas,
buscando las pilas que encienden a los bichos de luz,
durmiendo con un sueño de acompasada
respiración y manos apoyadas en las sábanas sin crispación,
como flores.

Allí es donde uno tiene la defensa más limpia y más cierta:
la de la ingenuidad, la de la fe.
Creer, creer en todo el mundo, abrir la pena
como un pan caliente y mostrar su humeante interior;
abrir la risa como un durazno maduro y entregar el carozo,
o la pulpa o el zumo, creyendo que a los demás
nuestra alegría les gusta, que los demás se ponen contentos
con nuestro triunfo, con nuestra felicidad.

Querer. Y sentir que querer es una margarita
a la que se le ponen los pétalos en lugar de quitárselos,
y que son unos ojos empañados de llanto
cuando la mano amiga se posa sobre el hombro
para decir estoy aquí, con vos, porque me necesitás.
Darse. Como se dan los hijos, sin especulaciones:
“porque estoy de tu parte”. “Porque me gusta ser tu amiga”.
“Porque te quiero como sos”.

A mí me asusta esa ciudad que se levanta allí.
Con laberintos de cemento y sonrisas de utilería
que se ponen en los rostros los que piden algo.

Y hablar cuando uno quiere quedarse en silencio.
Y quedarse en silencio cuando uno tiene ganas de hablar.

Y herir. Porque a veces para defenderse
la gente grande tiene que herir.
Y pasa como cuando vos, que sos chico, decías furioso:
“ojalá que se muera mi mamá
que no me quiso comprar un helado”.
Y resulta que después te pasas toda la noche despierto
y te levantás cien veces con la excusa de ir al baño
o a la cocina a tomar agua, nada mas que para ver
si respira, que no se cumplió,
que por suerte no se cumplió…

Yo te propongo una locura: que no crezcas
como parece que es conveniente crecer
en este mundo de la ciudad fantástica y totalmente aprovechable.

Que defiendas los soldaditos de plata
que la lluvia hace galopar sobre el asfalto.

Que quieras porque sí y llores toda la tarde
porque te peleaste con el amigo
con el que te vas a reconciliar mañana
lo más campante y olvidado de todo.
Porque si no te ponés fuerte y defendés esas cosas a capa
y espada, te van a ir arrancando de ese país de luz,
y sin que te des cuenta, te van a ir metiendo las sombras
que dan miedo de noche, y cuando llegues al lugar
en que miro de pie a mi alrededor, vas a querer huir,
irte de vos, refugiarte en cualquiera que sonría,
volver a huir porque hincaron los dientes
hambrientos en el pan caliente de tu pena
y en la pulpa de tu alegría y se disputan los huesos
de nácar de tu ingenuidad, la mano abierta, el asombro,
¡Ay el asombro!, ese milagro, que de repente nos resucita.
Por ejemplo:
acabo de asombrarme con un puñado de jazmines chiquitos
y blancos que se han abierto en la enredadera de mi casa.
Y han perfumado de tal manera el jardín
que me hicieron pensar en un derroche de magia.

Así que correte un poco, dejame sentar con vos en el banquito,
vamos, correte, haceme un lugarcito…,
no tengas miedo, yo todavía puedo chapotear
en tu río sin encrespar las aguas,
y morirme de risa viendo girar tu trompo,
y pasarme una tarde entera
descubriendo universos en un calidoscopio.

Yo todavía puedo usar de a ratos tu país de luz.

Andá, correte un poquito y dejame sentar con vos en el banquito.

Poldy Bird

Publicado por Elena.

Hoy es un buen día para vivir.

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Hoy es un buen día para plantearnos,si realmente vivimos… o sólo respiramos….
Creo que las complicaciones que surgen en nuestra vida, son una manera de hacernos apreciar más lo que tenemos y las cosas positivas que nos han sucedido. No debemos quedarnos estancados en los momentos tristes, porque si lo hacemos, habremos fallado en la misión que tenemos todos los seres humanos. Vivir para ser felices y también para ayudar a serlo a los demás.
Hemos de tener la certeza de que si nos equivocamos, siempre podremos volver a levantarnos y hacerlo mejor.
Tengo la seguridad de que así será, aunque ahora nos enfrentemos a tantos obstáculos, hoy todo puede cambiar y no habrá nada que pueda detenernos.

FRASES DE VIDA.

No vivas solo por vivir, disfruta lo que haces y aprende a compartir para que enseñes a otros a vivir.

Vivir vale la pena, pero no todo en la vida lo vale.

El vivir es un sueño, el despertar lo mata, no despiertes, no lo mates!!

La vida es un cuento que hay que vivir en el momento.

Saluda este día con amor y al final recogerás sus frutos.

Vive y renueva a cada instante el maravilloso milagro de tu vida.

Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los «cómos».

Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir.

¡Ojalá vivas todos los días de tu vida!

El hombre que ha empezado a vivir seriamente por dentro, empieza a vivir más sencillamente por fuera.

Hay que vivir como se piensa, si no se acaba por pensar como se ha vivido.

Para triunfar en la lucha de la vida el hombre ha de tener o una gran inteligencia o un corazón de piedra.

Quien crea que su propia vida y la de sus semejantes está privada de significado no es sólo infeliz, sino que apenas es capaz de vivir.

¿Por qué contentarnos con vivir a rastras cuando sentimos el anhelo de volar?

Vale más vivir y morir de una vez, que no languidecer cada día en nuestra habitación bajo el pretexto de preservarnos.

Sólo en la actividad desearás vivir cien años.

Mamá, ¿a dónde va el abuelo?

Mariposas volando

Había estado lloviendo la tarde en que el abuelo cerró los ojos. Así se lo contaron, aunque ella no lo vio, ya que, al parecer, aquello no era para niños.

-Mamá ¿a dónde va el abuelo ahora? – le preguntó a su madre al atardecer.

Miró directamente a sus ojos verdes, muy abiertos, y esperó su respuesta. Mamá sabía tantas cosas…

– El abuelo se ha dormido para siempre, María –le contestó rápidamente.

– ¿y adónde vamos cuando nos dormimos para siempre, mamá?

Su madre le explicó que vamos al cielo, un lugar muy bonito dónde los pájaros cantan y hay muchos parques y columpios.

Eso le pareció bien; pero entonces volvió a preguntar:

– ¿No decían que lo íbamos a enterrar junto a la abuela?
Parece que a su madre no le gustaron tantas preguntas, porque le dijo que luego irían a ver a la tía y a los primos, y que si quería ver sus dibujos animados favoritos.
Al llegar la noche, su padre fue a darle su beso de buenas noches y vio que tenía los ojos rojos, como cuando estás en la piscina mucho rato.

Después escuchó como su padre y su madre hablaban en el comedor. Le gustaba dormirse mientras ellos se contaban sus cosas. Entonces oyó su nombre:
-Mira lo que me ha preguntado María hoy – le dijo mamá a papá.

Y entonces hablaron de adónde vamos cuando nos morimos. Ella estaba un poco confundida: (¿no era que el abuelo se había dormido?)

Papá le explicó a mamá que las religiones en todo el mundo se han creado por el miedo de las personas a la muerte. Y que explicaban adónde vamos para que estemos más tranquilos.

Al principio, mamá no parecía muy convencida, pero lo explicó tan bien que parecía que se lo había creído.

Ya no recordaba más de la conversación. Se estaba muy calentita en la cama, y su perrito suave de orejas largas tenía mucho sueño.

Cerró los ojos y entonces oyó:

– Hola, María, te estaba esperando.
Al oírlo se asustó un poco, pero entonces vio al gnomito pequeño, que la miraba tranquilo y sonriente y al que conocía de otras veces.
Vengo a contarte un cuento muy importante que los adultos saben, pero que suelen olvidar.

– “Qué bien, un cuento! – pensó contenta.

– Hace mucho, mucho tiempo, vivieron el rey sol y la reina luna en un hermoso palacio de luz y colores. Eran los encargados de contarles a niños y adultos lo que veían desde su palacio. Les contaban cómo la luz y los colores venían de un lugar lejano al que se podía ir con sólo desearlo. Este lugar era tan bello, cálido y acogedor que las personas, cuando estaban muy cansadas de su trabajo en la tierra, cerraban los ojos y se dormían durante mucho, mucho tiempo.

– ¿Se dormían para siempre? – preguntó, acordándose de las palabras de su madre..

– Bueno, podía ser para siempre, pero también podía ser sólo durante un largo tiempo – le respondió-. Sin embargo, lo importante es que veían que el lugar de luz y de colores era real. Luego, los que decidían volver a la tierra, unas veces se acordaban del bello lugar, y otras no. Por eso el rey sol y la reina luna se encargaban de recordarlo en cada lugar. Cuando el rey sol y la reina luna se hicieron muy viejecitos, se marcharon ellos también a la bella luz, y quedaron sus relatos, que lo contaban todo.

– Entonces, ¿por qué las personas lo han olvidado? – preguntó la niña extrañada?

– Bueno, se acuerdan de algunas cosas porque se lo han ido contando unos a otros. Pero lo que sí han olvidado es que no son sólo relatos que explican nuestro miedo a la muerte, sino que es algo real contado de diferentes maneras.

– Entonces mi abuelo… ¿está con el rey sol y la reina luna en el lugar de la luz y los colores? – preguntó.

– Claro que sí, querida María – le dijo con ese brillo en los ojos que tanto le gustaba-; claro que sí.

Le dio un abrazo y se marchó para contárselo a otros niños.

Parece que los mayores no podían verlo, pensó más tarde, o si lo ven, no se lo creen, porque cuando se despertó se lo contó a sus padres, y ellos le dijeron:

– Si, María, has tenido tan sólo un bonito sueño.
Sabía que no le creerían, así que se lo guardó para contárselo a su amiga Ana: ella si se daría cuenta que es verdad.
No hay que perder la fe en las creencias espirituales y mágicas que nos ayudan a pensar en un próximo encuentro con nuestros seres queridos fallecidos.

Libro: Regálame más cuentos con salud

Autor: José Carlos Bermejo

Adaptado por: Diana Cárdenas

Asesora Familiar de Duelo.

Carta a la mejor madre, la mía

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Hoy quiero decirte una vez más que no te olvido y te doy las gracias por todo lo que de ti pude aprender.
Aprendí que ante todo y todos está la familia.
Me enseñaste a ser madre, aunque yo no sea tan buena como tú.
A escuchar y saber callar.
A ser honesta conmigo y con los demás.
A trabajar y ahorrar.
A que debemos divertirnos sin dañar a nadie.
También aprendí a defenderme y defensar mis sueños.
Que la vida es muy dura y que pasa muy rápido.
Aprendí que la mentira empequeñece. Y la verdad nos hace grandes.
Me enseñaste a hablar, andar, a caer y a volverme a levantar.
Siempre estuviste a mi lado, hasta tu último suspiro lo diste en mis brazos y el recuerdo de aquellos momentos me producen un dolor tremendo.
Te sueño y te veo contenta, sé que estás en los brazos de la persona que más quisiste, mi padre, tu marido.
Esta semana te la he dedicado, tal vez allí donde estés no puedas verlo, pero sí ves mi corazón. Te quiero mucho mama. Tu hija Elena.

Nuestra Señora de Montserrat. 27 de Abril.

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En 1881 fue coronada canónicamente la imagen de Nuestra Señora de Montserrat,»la moreneta».
Era la primera en España que recibía esta distinción.

El mismo León XIII la señalaba como Patrona de las diócesis catalanas y concedía a su culto una especial solemnidad con misa y oficio propios. Hasta entonces la fiesta principal del santuario había sido la de la Natividad de Nuestra Señora, el 8 de septiembre. Es la fiesta que no puede dejar de celebrar hoy todo buen devoto de la Virgen negra.

MONTAÑA DE MONTSERRAT</a

El misterio que la preside es el de la Visitación. En verdad, la Santísima Virgen visita en la montaña a los que acuden a venerarla y, como pide la oración de la solemnidad, les dispone para llegar a la Montaña que es Jesucristo.

Hoy como nunca suben numerosas multitudes a Montserrat. Peregrinos en su mayoría, pero también no pocos movidos por respetuosa curiosidad. El lugar exige un viaje ex profeso, pero las estadísticas hablan de cifras que cada vez se acercan más al millón anual y que en un solo día pueden redondear fácilmente los diez o doce mil, con un porcentaje siempre acentuado de visitantes extranjeros. En Montserrat encuentran una montaña sorprendente, maravillosa por su configuración peculiar. Encuentran un santuario que les ofrece ciertos tesoros artísticos y humildes valores de espiritualidad humana y sobrenatural.

SANTUARIO MONTSERRAT><

Santos, reyes y literatos fueron devotos de la Virgen, como San Vicente Ferrer, San Luís Gonzaga, San José de Calasanz, San Antonio María Claret, y San Ignacio de Loyola, Cervantes, Lope de Vega y Goethe entre otros.
Alfonso X el Sabio la dedicó varias Cantigas.

Felipe II y Carlos V murieron sosteniendo en su mano la vela bendecida de Nuestra Señora de Montserrat.

El Himno dedicado a Nuestra Señora de Montserrat es ‘El Virolai’ y su letra fue compuesta por el escritor ‘Mossen’ Jacint Verdaguer,y musicado por el maestro Josep Rodoreda.

Montserrat se presenta en la historia de la piedad mariana como la primera de origen geográfico que alcanza con su culto un renombre Universal.

23 Abril. Sant Jordi en Catalunya.

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El 23 Abril festividad de Sant Jordi en Catalunya se celebra el día del libro y la rosa.
La versión catalana de la leyenda cuenta que en Montblanc había un dragón que atemorizaba la población. Por sorteo decidieron que la hija del rey fuese entregada en sacrificio al dragón. No obstante, apareció Sant Jordi, un mítico caballero, que heroicamente mató al dragón con su espada y salvó a la princesa. De la sangre del dragón nacieron rosas rojas. Y es de ahí de donde proviene la tradición de regalar rosas en el día de Sant Jordi.
Aunque la tradición dice que las mujeres le regalan libros a los hombres y ellos las obsequian con rosas , últimamente esto ha cambiado y también se regalan libros a las mujeres.

Sant Jordi

Sant Jordi triunfal.

Cuando la primavera llega
las flores comienzan a vivir;
cuando la primavera se va
las flores comienzan a llorar.

Triunfal como siempre
Sant Jordi ya está aquí
para rescatar a la princesa
envuelta con jazmín.

El dragón feroz
no la quiere soltar
pero la bondad es más fuerte
y así, combate la maldad.

Las rosas le nacen
del fondo de su corazón
y así es como la salva
del feroz dragón.

La rosa es el símbolo
del amor puro y honesto
y el libro es cultura
porque nos enseña
lo que no sabemos.

La fiesta es muy bonita,
es nuestra manera de hacer
y la bandera nos indica
lo que todos queremos ser.

Montserrat Casanovas.

Publicado por Elena.

Cuando me volví una anciana invisible…

mans vella

Ya no sé en que fecha estamos. En casa no hay calendarios y en mi memoria los hechos están hechos una maraña. Me acuerdo de aquellos calendarios grandes, unos primores, ilustrados con imágenes de los santos que colgábamos al lado del tocador. Ya no hay nada de eso. Todas las cosas antiguas han ido desapareciendo. Y yo también me fui borrando sin que nadie se diera cuenta.

Primero me cambiaron de alcoba, pues la familia creció. Después me pasaron a otra más pequeña aun acompañada de mis biznietas. Ahora ocupo el desván, el que esta en el patio de atrás. Prometieron cambiarle el vidrio roto de la ventana, pero se les olvido, y todas las noches por allí se cuela un airecito helado que aumenta mis dolores reumáticos.

Desde hace mucho tiempo tenia intención de escribir, pero me pasaba semanas buscando un lápiz. Y cuando al fin lo encontraba, yo misma volvía a olvidar donde lo había puesto. A mis años las cosas se pierden fácilmente: claro, no es una enfermedad de ellas, de las cosas, porque estoy segura de tenerlas, pero siempre se desaparecen.

La otra tarde caí en cuenta que mi voz también ha desaparecido. Cuando les hablo a mis nietos o a mis hijos no me contestan. Todos hablan sin mirarme, como si yo no estuviera con ellos, escuchando atenta lo que dicen. A veces intervengo en la conversación, segura de que lo que voy a decirles no se le ha ocurrido a ninguno, y de que les va a servir de mucho mis consejos. Pero no me oyen, no me miran, no me responden. Entonces llena de tristeza me retiro a mi cuarto antes de terminar de tomar mi taza de café. Lo hago asi, de pronto, para que comprendan que estoy enojada, para que se den cuenta que me han ofendido y vengan a buscarme y me pidan perdón….Pero nadie viene.

El otro día les dije que cuando me muera entonces sí me iban a extrañar. Mi nieto mas pequeño dijo «¿Estás viva abuela? «. Les cayó tan en gracia, que no paraban de reír. Tres días estuve llorando en mi cuarto, hasta que una mañana entro uno de los muchachos a sacar unas llantas viejas y ni los buenos días me dio. Fue entonces cuando me convencí de que soy invisible, me paro en medio de la sala para ver si aunque sea puedo ser un estorbo o que me miren, pero mi hija sigue barriendo sin tocarme, los niños corren a mi alrededor, de uno a otro lado, sin tropezarse conmigo.

Cuando mi yerno se enfermó, pensé tener la oportunidad de serle útil, le lleve un té especial que yo misma prepare. Se lo puse en la mesita y me senté a esperar que se lo tomara, solo que estaba viendo televisión y ni un parpadeo me indicó que se daba cuenta de mi presencia. El té poco a poco se fue enfriando……y mi corazón con él.

Un día se alborotaron los niños, y vinieron a decirme que al día siguiente nos iríamos todos al campo. Me puse muy contenta. ¡Hacia tanto tiempo que no salía y menos al campo!.

El sábado fui la primera en levantarme. Quise arreglar las cosas con calma. Los viejos tardamos mucho en hacer cualquier cosa, asi que me tomé mi tiempo para no retrasarlos. Al rato entraban y salían de la casa corriendo y echaban las bolsas y juguetes al auto.

Yo ya estaba lista y muy alegre, me paré en el zaguán a esperarlos. Cuando arrancaron y el auto desapareció envuelto en bullicio, comprendí que yo no estaba invitada, tal vez porque no cabía en el auto. O porque mis pasos tan lentos impedirían que todos los demás corretearan a su gusto por el bosque. Sentí clarito como mi corazón se encogía, la barbilla me temblaba como cuando uno se aguanta las ganas de llorar.

Yo los entiendo, ellos sí hacen cosas importantes. Ríen, gritan, sueñan, lloran, se abrazan, se besan. Y yo… ya no sé del sabor de los besos. Antes besuqueaba a los chiquitos, era un gusto enorme que me daba tenerlos en mis brazos, como si fueran míos. Sentía su piel tiernita y su respiración dulzona muy cerca de mí. La vida nueva se me metía como un soplo y hasta me daba por cantar canciones de cuna que nunca creí recordar.

Pero un día mi nieta, que acababa de tener un bebé dijo que no era bueno que los ancianos besaran a los niños, por cuestiones de salud. Desde entonces ya no me acerqué más a ellos, no fuera que les pasara algo malo por mis imprudencias. ¡Tengo tanto miedo de contagiarlos!

Yo los bendigo a todos y los perdono, porque….. ¿Que culpa tienen los pobres de que yo me haya vuelto invisible?….

Hijo, no me eduques.

manos

¡Qué bonita familia la de Don Edmundo y Doña Fina!, con 45 años de matrimonio y cinco hijos. Tienen suficientes motivos para estar orgullosos de ella, pues sus muchachos son hombres y mujeres de bien. Valió la pena los sacrificios que hicieron para sacarlos adelante.

Sin embargo, ¡cómo han cambiado las cosas! Antes solían ser Don Edmundo y Doña Fina los que daban consejos y- por qué no reconocerlo- también órdenes.

Pero de un tiempo para acá, cada vez que se reúnen en familia son ellos dos los que se quedan callados escuchando a sus hijos decirles qué es lo que deben o no de hacer.

Por poner algunos ejemplos: Beto quiere que su padre ponga una ferretera como la de él. ¡Imagínese!, a sus 70 años volverse empresario cuando toda su vida fue maestro. Concha, por su lado, quiere que su madre empiece a estudiar la prepa en la misma escuela a la que asiste su nieta.

Esta singular pareja no es la única que pasa por esta situación. A medida que pasa el tiempo y las familias crecen en edad, suele suceder que los padres pasan de ser educadores de sus hijos a querer ser educados por ellos.

Los hijos, por lo general, se encuentran en la etapa más productiva de la vida. Son independientes y muchas de las veces se convierten en el sostén económico y moral de los padres. Por tal motivo, creen contar con la autoridad suficiente para que sus iniciativas sean obedecidas por ellos.

Es entonces cuando surgen las comparaciones de lo que los padres son y lo que a juicio de sus hijos deberían de ser. Ahora todos los comentarios empiezan con Deberías ser como…, olvidando que cuando se era niño no había cosa más molesta que los padres recurrieran a las comparaciones.

Es también frecuente hacerles ver lo que ya no son. El antes se convierte para los padres ancianos en otra forma de reproche de lo que antes fueron y que sus años ya no les permiten ser: Antes salías con tus amigas, ya no manejas como antes, pero si antes podías hacerlo…. Pero la forma más grave de hacerles sentir a los padres que ya no son lo que sus hijos quisieran que fueran, es no escuchándolos.

Es más fácil cerrar los oídos a sus necesidades, miedos, expectativas o preocupaciones y pensar que están chochando, que tener que aceptar que, en efecto, esos padres que algún día fueron el punto de apoyo, son ellos ahora los que lo necesitan.

Amar es aceptar sus limitaciones.

Es doloroso ver que aquel papá que muchas veces acudió en auxilio cuando se estaba en problemas, o la mamá que todo lo resolvía, son hoy quienes necesitan de los hijos.

Pero más doloroso es aceptar que de hoy en adelante hay que andar solos por los caminos de la vida, y que los padres han cedido la delantera a sus hijos.

Es éste el motivo principal del por qué muchas veces los hijos exigen a sus padres que no dejen de ser lo que eran: quieren seguir viendo a sus padres fuertes y seguros de sí mismos. Sus regaños y reproches son sólo un mecanismo de defensa. Reconocer sus limitaciones no es dejar de amarlos. Antes se les amó por los cuidados que prodigaron a sus hijos. Hoy se les ama porque gracias a ellos se ha aprendido mucho y se está al cuidado de alguien más.

Lo más importante: respeto.

Los padres ancianos merecen el mismo respeto que cuando eran jóvenes.

Respetarlos es:

Permitirles que sean como son ahora y no como fueron antes. Es común que cuando los padres han llegado a la tercera edad, su vida pierda actividad pues, ya sea por el retiro o porque ya no tienen las mismas obligaciones, su vida se vuelve más sedentaria.

Escucharlos realmente tratando de entenderlos y no caer en: Dale por su lado. Tal vez por la edad, las personas tienden a hacerse de ideas más fijas, pero eso no significa que su opinión no tenga validez.

Cuando se les dé un consejo, cuidar que sea precisamente eso, un consejo y no una imposición.

Si algo es seguro en esta vida, es que todo ser humano llegará a viejo (a menos que muera antes), y la cobija con que uno se dará calor en su vejez estará hecha con la misma puntada con que hoy tejemos la de nuestros ancianos.

Para no pasar fríos procuremos que esté hecha de amor y comprensión.